Visitando el Parque de la naturaleza del río Barosa con la tribu
Galicia está llena de Parques Naturales, algunos de ellos son archiconocidos, otros no tanto, pero no por ello tienen menos encanto que los primeros. En nuestro firme intento de que los jóvenes miembros de esta tribu aprendan a disfrutar de la naturaleza, al tiempo que a valorarla y cuidarla y siempre que el tiempo nos lo permite (ya sabéis que los inviernos en nuestra tierra pueden ser durillos además de largos), buscamos salir con ellos a rastrear el entorno en busca por ejemplo, de una bonita fervenza (cascada) y sus casi asegurados conjuntos de molinos, o en busca de algún asentamiento de antiguos castros, o simplemente aprovechar para desconectar, dejando que la naturaleza ejerza su poder curativo y desestresante sobre nosotros.
Uno de esos lugares perfectos para perderse y que os recomendamos visitar si lo que buscáis es disfrutar de un conjunto de sensaciones que abarcan los 5 sentidos es el Parque de la Naturaleza del Río Barosa.
Situado en el Concello (ayuntamiento) de Barro, a escasos 15 km de la ciudad de Pontevedra y a pie de la N-550 en dirección a Caldas de Reis, se encuentra este Parque Natural que el propio Concello de Barro define como una experiencia Gastro-Natural, y razón no le falta.
Nada más tomar el desvío que os lleva al parque os encontraréis con una amplia zona de aparcamiento donde estacionar vuestro vehículo o caravana. El único inconveniente de esta zona de estacionamiento es la ausencia de arboleda en la zona asfaltada, por lo que un día de calor el interior del coche puede estar a una temperatura más elevada de lo deseable.
Junto al aparcamiento tenéis un pequeño merendero y un mini-parque de columpios como zona de esparcimiento o de relax mientras hacéis tiempo a que el coche esté más accesible.
Pero si lo de aparcar el coche al sol os da pereza, siempre podéis dejar a un lado el primero de los estacionamientos y continuar un poco más con el coche a ver si con algo de suerte podéis estacionarlo en otro parking bastante más pequeñ0 al comienzo del parque, donde ahí sí podréis encontrar sombra.
Nosotros personalmente siempre lo dejamos en el primero de los estacionamientos, porque entre otras cosas siempre nos quedamos hasta muy avanzada la tarde, con lo que a las diez de la noche en verano ya vuelves al coche «por la fresca» y en cualquier otra estación del año, la temperatura no es en absoluto sofocante.
Desde el primer aparcamiento a la entrada del parque tendréis que recorrer unos 400 metros más o menos (lo mío no es medir distancias) y entre medias tendréis que cruzar una pequeña carretera por la que podéis subir a parte alta del parque en coche. Luego os contaré más de este tema.
Una vez atravesada la carretera, llegaréis al segundo aparcamiento y de repente comprobaréis como el paisaje cambia por completo, pasando de una zona de praderas a pleno sol a un paisaje frondoso que contrasta totalmente con el primero, y es que nada más descender por su sendero y así os encontréis de frente con su cascada y el molino principal del conjunto etnográfico del parque os daréis cuenta del lugar privilegiado en el que estáis.
Hoy en día, el molino principal se ha convertido en un restaurante en el que podemos degustar un montón de platos típicos de mi tierra, pero también se ha habilitado para la celebración de eventos como bodas, comuniones, y otros eventos familiares.
La parte baja del parque, a pie de la cascada está igualmente adornada por preciosos puentes de madera, que junto con la espesura de los árboles que los rodean, el reflejo del agua y la luz que se cuela entre las hojas crean lienzos únicos.
Los puentes de madera te permiten disfrutar de magnífica panorámica del parque
Pero como os contaba, el parque de Barosa es mucho más que su parte baja y su molino principal. En él nos podemos encontrar con un total de 17 molinos de diferente tamaño y eso sí, en muy diferente estado de conservación, pero que aún así permanecen perfectamente integrados en el entorno.
De todos ellos, los más espectaculares son los que se encuentran en la zona de máxima pendiente del parque, bordeando el salto de la cascada, que si visitáis en época de lluvia te deja sencillamente con la boca abierta.
Como curiosidad contaros que cada molino de la muiñada tiene un nombre propio, como por ejemplo: Muiño de Moldes, dos Rapaces, de Alba, do Palomo, o do Xastre e da Cancela.
Pero bueno, volviendo al parque en general, que me conozco y me enrollo demasiado, la ruta de senderismo como tal podríamos decir que comienza en la parte alta de la fervenza. Se trata de una ruta circular de unos 3,5 kilómetros aproximadamente. En general es una ruta sencilla pero sí es importante que tengáis en cuenta algunos detalles relacionados tanto con la forma de acceder a ella como con el recorrido en si mismo.
Respecto a lo primero, para llegar a la parte alta tenéis dos opciones que deberéis valorar en función de cómo sea vuestra tribu (niños pequeños, personas con movilidad reducida, mascotas y su nivel de intensidad, etc.), ya que aunque se trata de un tramo relativamente breve, la pendiente es importante y hay tramos en los que hay que tener cuidado para no darse un traspiés o peor aún, un resbalón y acabar haciendo la croqueta ladera abajo.
Nosotros este verano fuimos con el rastreador de cuatro patas y nos faltó poco para que el jefe no acabase en un Tic-toc o en un vídeo de Youtube llamado «Despeñado con un Retriever» y por mi parte lo mismo pero con el peque de 3 años. También es verdad que el confinamiento de tantos meses no ha facilitado el mantenimiento de nuestros bosques en cuanto a limpieza de maleza y matorrales como en otros años y eso ha podido afectar a que el ascenso no estuviese en condiciones tan óptimas como otros años, siendo fácil desviarse del camino del sendero para acabar en zonas de más difícil acceso.
Así que si no os sentís seguros para ascender por la ladera, lo mejor que podéis hacer es subir por la carretera que se encuentra justo al lado de la segunda zona de aparcamiento. De acuerdo que el trayecto es más largo y menos emocionante pero es más seguro y podéis hacerlo tanto a pie como en coche. De hecho, nosotros después de los tirones del peludo optamos por la segunda opción en el descenso.
Descender por la carretera también da pie a fotografiar la zona de praderas, huertos y viñas lo que no es para nada una mala opción.
Una vez arriba, el entorno es igual de magnífico que en la parte baja de la fervenza. Allí os encontraréis con el Muiño de Valerio y la Taberna Ría Barosa donde podréis igualmente degustar tapas y platos típicos de Galicia, o si habéis traído víveres de casa, hacer una parada para tomarlos en un pequeño merendero con mesas y bancos de piedra, disfrutando además de la compañía de unos cuantos cisnes, ocas y patos que siempre son un éxito garantizado para los niños, aunque cuando hay peludos por medio con instinto cazador ya no lo tengo tan claro.
Tengo que decir que con todo lo que estamos viviendo este año por tema Covid, en nuestra última visita en agosto la zona del merendero en la parte alta nos lo encontramos precintado, entiendo por un tema de no poder garantizar todas las medidas de desinfección necesarias, por lo que no sé cuál será su situación en estos momentos (os dejo fotos de anteriores visitas para que tengáis una visión de lo bonito que es el entorno en condiciones digamos… más normales), no obstante, en la taberna se está de lujo igualmente, con mesas amplias y separadas unas de otras pudiendo así garantizar el distanciamiento social, si bien esto último siempre va a depender del «sentidiño» (sentido común) que nosotros, los visitantes del parque tengamos.
Volviendo a la ruta circular que bordea el río en todo momento, se trata de una ruta cómoda, totalmente llana y que en un día con buena luz ofrece un espectáculo de reflejos en el agua del río que dudo mucho que haya dejado indiferente a alguno de sus visitantes.
Igual sobra decirlo, pero por si acaso, la ruta no es apta para llevar silla de bebés porque no está adaptada para ellos ni para personas con movilidad reducida. Es una ruta sencilla pero totalmente al natural, con lo que en algún momento os encontraréis con algún montículo estrecho, irregular que tendréis que sortear. En este caso, el portabebés puede ser una opción estupenda. Para niños de menos de tres años, en algunos momentos necesitarán de vuestra ayuda en brazos y de tres años en adelante la realizarán sin mayor problema, además de que para ellos todo lo que sea cruzar pasos de piedra, ver patinadores en el río, inmortalizar un montón de momentos con una cámara, es ya de por sí una aventura.
Otros aspectos de interés para vuestra visita al parque:
En verano, la cascada baja con poca agua, por lo que es muy habitual encontrar a muchos visitantes bañándose y disfrutando de las pozas que se forman o sencillamente tomando el sol a pie de roca, sin embargo este año había carteles en los que se indicaba que estaba prohibido el baño, no por la calidad del agua sino, al igual que como os indicaba antes al hablaros de zona de merendero, por un tema de seguridad y prevención en esta nueva normalidad.
La fervenza en verano y el embalse que se forma a sus pies se convierten en un atractivo para los visitantes que buscan pasar una jornada en una playa fluvial
Si tenéis pensado aprovechar vuestra escapada a Barosa para comer en el restaurante de la parte baja de la «muiñada», nunca está de más que hagáis una reserva previa. La verdad es que siempre que vamos está bastante a tope y al ser un lugar idóneo para celebraciones, con el tema de la reducción de aforo podríais encontraros con que no tenéis mesa.
Si queréis ver la fervenza en todo su esplendor y poder del agua a través de su caída de 60 metros, no dudéis visitarla en épocas más lluviosas como puede ser principio de primavera o por qué no un día de otoño donde además podréis disfrutar de los colores ocres del los bosques gallegos en esta época.
Los que ya habéis estado alguna vez en el parque, ¿qué os ha parecido? ¿Con qué os quedaríais de vuestra visita? Y los que no lo conocéis, ¿tenéis alguna duda o curiosidad que queráis preguntar?