Fin de semana por el Bierzo con la tribu

Castilla y León es de esas Comunidades Autónomas que relaciono con los viajes quilométricos en coche con mis padres y hermanos camino a Madrid o a Tarragona para disfrutar de parte de nuestras vacaciones de verano o Semana Santa. Recuerdo las paradas casi obligadas en Benavente para estirar las piernas, tomar un café o unos refrescos, comer en Tordesillas o en Valladolid, pernoctar en Burgos si el destino era Tarragona, sin embargo esta comunidad nunca fue un destino preferente pese a tener las provincias de León y Zamora «a un paso» de nuestra Comunidad Autónoma.

De hecho, no fue hasta que la joven guerrera de la tribu cumplió los tres años que empezamos a descubrir algunas de las joyas de esta Comunidad y precisamente en esta ocasión quiero aprovechar para hablaros del Bierzo, una zona que nos enamoró el verano pasado aprovechando el puente del 15 de agosto, que engancha siempre con un festivo local de Vigo, mi ciudad.

Para ser sincera, del Bierzo apenas conocía la ciudad de Ponferrada, ciudad que visité varias veces con mis padres y hermanos en uno de esos viajes en los que mi padre mataba dos pájaros de un tiro intercalando trabajo y ocio. En esta ocasión, Ponferrada también fue objeto de nuestra visita, aunque como un añadido a nuestro objetivo principal de visitar las Médulas, uno de esos parajes naturales que llevaba años viendo fascinada en fotos de amigos y familiares y que, no me preguntéis por qué, nunca encontraba el momento para visitar.

De acuerdo, no es que agosto sea el mejor mes del año para visitar esta zona, ya que el calor en estas fechas puede llegar a ser bastante sofocante, pero si dais con un pueblo bonito, de esos que enamoran, con una playa fluvial a la que puedes ir andando desde cualquier punto del pueblo, con una bonita plaza donde protegerte del calor en una de sus terrazas bajo una amplia sombrilla mientras disfrutas de unas riquísimas tapas, un pueblo que combina calles anchas con otras más angostas llenas de casas que son auténticas obras de arte, un pueblo en el que, siendo punto estratégico del Camino de Santiago, se respira un ambiente multicultural gracias a la confluencia peregrinos de todas partes del planeta, entonces el calor pasa a un segundo plano, os lo aseguro. Si dais con un pueblo de esas características, lo más seguro es que hayáis llegado a Villafranca del Bierzo.

Impresiones de la tribu sobre Villafranca del Bierzo

Sabíamos por amigos que una de las cosas que nos iba a llamar la atención de la villa sin duda iba ser su patrimonio arquitectónico, pero una cosa es que te lo cuenten y otra es verlo con tus propios ojos. De hecho, nada más entrar en el municipio nos encontramos con el Castillo de los Condes de Peña Ramiro (o castillo de los Marqueses de Villafranca del Bierzo) y a partir de ahí, prácticamente cada dos pasos dábamos de bruces con algún otro edificio emblemático, ya fuese en forma de iglesia, colegiata, monasterio, convento, palacio o teatro. No sé si será así o no pero la sensación que tengo aún a día de hoy es que es el lugar que he visitado en toda mi vida con mayor patrimonio arquitectónico por metro cuadrado.

Una de las cosas que me llamó mucho la atención cuando llegamos es la tranquilidad que se respira en la práctica totalidad del pueblo, que solo se ve alterada en la Plaza Mayor, que actúa como centro neurálgico de la villa al concentrarse en ella un buen número de hoteles, restaurantes y cafeterías bajo bonitos soportales, además de ubicarse en ella el teatro villafranquino y por supuesto la casa consistorial.

La belleza de las fachadas de las casas de la villa, sobre todo las de tipo rústico, con balcones de madera coloridos y llenos de flores te invitan a seguir paseando sus calles hasta llegar al Convento de los Padres Paúles o iglesia de San Nicolás que sirve además de hospedería como descanso de peregrinos y posteriormente al parque de la alameda, donde los pequeños guerreros tienen un momento de diversión garantizado gracias al ajardinado en forma de laberinto y por supuesto gracias al parque de columpios que se encuentra pegado a ésta.

Viajar con niños nos obliga a bajar el ritmo y la velocidad que los adultos tenemos la «manía» de seguir.

Justo al lado de la alameda nos encontramos también con otra de las joyas arquitectónicas de la villa, la Colegiata de Santa María de Cluny en la que confluyen el estilo gótico, renacentista y barroco. Yendo con niños y con un peludo de cuatro patas no era nuestro objetivo en esta escapada el entrar dentro para admirar su interior y nos conformamos con observar su fachada y ya de paso corretear por el estupendamente cuidado césped que rodea la colegiata, para diversión de los más pequeños de la tribu.

Basílica de Santa María la mayor

Seguir recorriendo la villa por la Calle del Agua y no perder detalle del conjunto de casas blasonadas y de un número importante de palacetes es una opción perfecta para volver hacia la plaza mayor y una vez allí buscar una mesa para disfrutar de unas ricas tapas mientras la tarde va cayendo. Eso sí, respecto a la Calle del Agua, no os confiéis al verla adoquinada, porque no es ni mucho menos una calle peatonal, por lo viajando con niños, mejor tener mil ojos, ya que las aceras son estrechas y como os comento, tendréis que hacer uso de ellas en unas cuantas ocasiones mientras disfrutáis del trayecto.

Calle del Agua, también conocida como Calle del Agua – Ribadeo

Pero no todo en Villafranca del Bierzo gira en torno a su riqueza arquitectónica, sino que como os comentaba algo más arriba, es un lugar ideal para pasar unos días en familia durante el período estival gracias a su magnífica playa fluvial que además está a escasos metros del centro del pueblo, lo que para mi es un detalle que añade aún más valor al conjunto de impresiones que siempre me llevo cuando la tribu incursiona en un «pueblito guapo».

El único «pero» que podría ponerle es que no se permiten perros en la zona de césped de la playa fluvial, pero al final no es más una pega que creo que tenemos todos los que tenemos en la familia a algún peludo de cuatro patas cuando nos vamos de viaje con ellos, porque por lo general esas prohibiciones te obligan a tener que hacer «cambios de guardia» para que uno de los adultos se encargue del perro mientras el otro se refresca jugando con los peques y por tanto hacer actividades con la familia al cien por cien se convierte en un imposible. Pero como digo es una pega como madre perruna que soy y no una crítica. En fin, que me desvío del hilo principal de este post y no es ni mucho menos mi intención, sobre todo porque el tema de la accesibilidad a ciertos entornos / lugares con mascota da, no para una entrada en el blog, sino para varias.

Nuestra visita a las Médulas

Nuestro segundo día por el Bierzo lo focalizamos en el destino principal de nuestra escapada de fin de semana, visitar las Médulas.

Para quien no las conozca o no haya oído hablar de las Médulas y para poneros en situación, este entorno paisajístico es el resultado de la explotación que durante el imperio romano se realizó en esta región para extraer las toneladas y toneladas de oro existentes en sus montañas. Es decir, las Médulas son realmente los restos de una enorme mina de oro a «cielo abierto».

Para que lo entendáis mejor, imaginaos un conjunto de montañas llenas de oro de las que vosotros, en una vida anterior como romanos, os empeñasteis en extraer todo el oro que allí se encontraba. Para eso decidisteis que la mejor manera de hacerlo sería «vaciar la montaña» mediante un proceso (que todo sea dicho es una auténtica obra de ingeniería) que aprovechase la fuerza del agua de los riachuelos que rodeaban la zona y la pendiente más que considerable de las propias montañas. Para los que tengáis curiosidad por conocer un poquito más, el proceso utilizado se denomina Ruina Montium (creo que el nombre pese a estar en latín es bastante descriptivo) y prácticamente desintegró la montaña original.

Cuando llegamos a las Médulas, éstas nos dieron una bienvenida con un paisaje con el que no nos habíamos encontrado nunca antes.

Si lo pensamos fríamente, desde un punto de vista medioambiental de hoy en día, lo realizado por los romanos hasta el siglo III más o menos sería un auténtica aberración ya que la alteración paisajística y el impacto ambiental fue brutal, pero como la naturaleza es muy, pero que muy sabia, una vez que los romanos dieron por agotado el yacimiento, como os decía allá por el siglo tercero, poco a poco la vegetación autóctona volvió a hacerse dueña del terreno, eso sí, tremendamente modificado, y lo que inicialmente podríamos definir como enormes socabones en una montaña arrasada, se convirtió en un paisaje lleno de robles, castaños, encinas y otras especies autóctonas, confiriéndole el aspecto espectacular que ahora podemos disfrutar.

Dependiendo de como sea vuestra tribu en cuanto a edad, autonomía y muy importante también, movilidad, podréis optar por diferentes rutas y senderos para visitar las médulas. Nosotros, teniendo en ese momento un peque de 2 años y medio y una de 7 y un peludo rastreador más preocupado por dónde dejamos el coche que por disfrutar del paisaje, optamos por hacerlo fácil, teniendo en cuenta que llevábamos silla de paseo, y nos decidimos por una visita guiada a través de la Senda de las Valiñas, que es una ruta circular muy sencilla de apenas 3,5 km. Tenemos muy claro que la próxima vez que volvamos haremos alguna ruta más compleja, como la que lleva al mirador de Orellán (la Senda Perimetral), pero con niños que piden que los lleves en brazos cada 5 pasos, mejor no, gracias. Pero volvamos a la Senda de las Valiñas y su ruta guiada.

Para hacer esta ruta, tenéis que llegar hasta el pueblo de Las Médulas. Justo a su entrada os encontraréis una zona de aparcamiento gratuito donde estacionar. No tiene pérdida porque además al lado de éste encontraréis el Aula Arqueológica, donde podéis además pedir información de cómo tenéis que hacer para realizar la Senda de las Valiñas. Muy amablemente os indicarán que os acerquéis hasta el Centro de Visitantes de las Médulas, donde podréis solicitar, si así lo queréis, el realizar una visita guiada por la senda, además de que os facilitarán un mapa con todas las rutas y puntos de interés en las mismas o próximas a ellas.

Nosotros, como os decía un poquito antes, optamos por hacer una visita guiada. El precio de la visita ahora no me preguntéis cuanto fue en total, pero si os puedo decir que siendo cuatro, éste fue prácticamente testimonial. Vamos, que menos de dos cifras en total.

La ruta guiada transcurre a paso tranquilo, en su mayor parte entre castaños centenarios que os maravillarán por su aspecto salido de un cuento de hadas. Durante la misma, el o la guía os irá contando no solo detalles del enorme yacimiento aurífero que eran Las Médulas y del proceso de extracción y explotación que llevaron a cabo allí los Romanos, sino que también os informará sobre la flora y la fauna de la región y la forma de vida de los habitantes de las médulas en la actualidad.

La Senda de las Valiñas te adentra en un espacio lleno de árboles de cuento de hadas, árboles que parece que te observan al tiempo que se retuercen con formas casi imposibles.

Una de las cosas que me llamó la atención en relación a los castaños, es que nos pidieron que no cogiésemos castañas del suelo, porque los castaños son propiedad privada y sus propietarios viven gran parte del año de la cosecha de castañas, al igual que puede ocurrir por ejemplo con las peras con denominación de origen de la zona del Bierzo. Tiene toda su lógica, pero si no llega a ser porque nos hace esa petición la guía que nos acompañó en la visita, jamás se me habría ocurrido y seguro que la joven guerrera se habría vuelto con los bolsillos llenos.

La Senda de las Valiñas es además conocida porque nos lleva a dos de las cuevas más famosas del emplazamiento, la Cuevona y la Encantada, que forman parte de esa red de túneles que construyeron en su día los romanos para la extracción del oro. El año pasado ambas tenían precintado el acceso ya que se habían producido algunos desprendimientos y no precisamente pequeños, por lo que incluso el acceso con casco a su interior habría sido una temeridad, pero aún así, la visita a las mismas merece mucho la pena, ya que esos colores naranjas y ocres que te rodean son una maravilla para la vista o al menos para nosotros.

La visita guiada finaliza después de llegar a la Encantada. A partir de ahí regresamos a nuestro aire hacia el pueblo para dirigirnos a otro de los lugares más conocidos del parque natural.

Tras finalizar la ruta y refrescaros en el pueblo de las Médulas tomando algo, subir hasta el Mirador de Orellán es algo que no os podéis perder ya que las vistas panorámicas que tenéis y que llegan hasta el pueblo de Carucedo son espectaculares.

En Orellán, además, se puede hacer una visita guiada al interior de la Galería que lleva su nombre. La verdad es que vimos las fotos de la actividad y nos pareció de lo más fascinante, pero por razones más que obvias, el acceso a su interior con mascotas no es posible e incluso aún yendo sin Bran, entrar en ella con un niño temerario de dos años y medio habría hecho que me saltasen todas las alertas de modo «mamá gallina» y muy seguramente lo habríamos pospuesto para más adelante.

Nos quedamos en el mirador hasta bien avanzada la tarde y aunque quizá no fuese la mejor hora para tomar fotos, sí que es una hora perfecta para disfrutar del comienzo de una puesta de sol desde las alturas.

Vista de las Médulas desde el Mirador de Orellán

Si en lugar de como hicimos nosotros que visitamos las médulas en horario de tarde, las visitáis en horario más de mañana o finalizáis la ruta a eso de las 5 o las 6, tenéis un super planazo refrescante en verano, que no es otro que visitar el lago de Carucedo para daros un baño en él.

Otros aspectos de interés para vuestra visita a las Médulas y a la región del Bierzo.

El paisaje de las Médulas sufre un cambio brutal dependiendo de la época del año en la que las visitéis. Al ser su vegetación de árboles de hoja caduca, si las visitáis en otoño o en invierno, desde el mirador de Orellán podréis ver con mucho más detalle la labor de desmonte que realizaron los romanos.

Como os decía, son varias las rutas que podéis hacer por Las Médulas, siendo la más larga la Senda Perimetral (unos 14,5 km si la hacéis completa). El Mirador de Orellán es uno de sus grandes reclamos, por supuesto y llegaréis a él cuando hayáis caminado un poco menos de la mitad del trayecto (unos 6,5 km). No obstante, si queréis llegar al mirador a pie, no es necesario que lo hagáis por la Senda Perimetral, ya que mismo desde la Senda de las Valiñas os encontraréis un desvío por un camino ascendente que os llevará hasta el mirador en aproximadamente una hora. Recordad que en tanto en el Centro Arqueológico como en el Centro de Visitantes os facilitarán un mapa estupendo donde se explican todas las rutas y los enclaves más característicos de las mismas.

Igual sobra decirlo, pero nunca está demás, recordaros que si vais en verano o en época de radiación UV alta no os olvidéis de llevar protección solar y visera, sobre todo para los más peques y agua para hidrataros. Aunque el paseo entre los castaños de la Senda de las Valiñas es fresquito, hay zonas que están al raso y podemos quemarnos fácilmente. Además, otras sendas como por ejemplo la Perimetral están más expuestas al sol, así que cuidado siempre.

En verano y cuando el calor aprieta no os olvidéis de llevar con vosotros bañadores y toallas para disfrutar de un baño en la Playa Fluvial del Lago de Carucedo o en cualquier otra playa fluvial próxima a las Médulas. Seguro que os resulta de lo más relajante.

Aunque en el Bierzo aprieta el calor en verano no faltan playas fluviales donde darse un buen refrescante chapuzón

Por supuesto, si vais a pasar algún día más por la zona, visitar con los niños el Castillo de los Templarios de Ponferrada es un planazo. Ellos se lo pasarán estupendamente, o al menos eso les pasa a los míos cada vez que visitan un castillo o una fortaleza, independientemente de sus dimensiones. En este caso no es una visita especialmente larga; juraría que nosotros estuvimos en torno a una hora u hora y media, lo que es un tiempo más que prudencial yendo con niños de esta edad antes de que empiecen a perder interés por lo que les rodea y la verdad es que cada sala tiene algún elemento que les llama la atención.

Otra opción que podéis barajar es aprovechar que estáis relativamente cerca de «Os Ancares» llegar hasta el pueblo de Pedrafita do Cebreiro y visitar su parque etnográfico y sus magníficas pallozas, y ya de paso degustar la rica gastronomía de mi tierra gallega.

Pedrafita do Cebreiro es lugar de obligada parada si visitáis Os Ancares

Los que habéis visitado el Bierzo y sus alrededores, ¿Qué os ha parecido la experiencia? ¿Os ha gustado tanto como a nosotros? ¿Qué destacaríais de vuestra estancia allí? Nosotros nos hemos propuesto volver en cuanto el COVID nos deje y aprovechar para conocer otros pueblos de la región como por ejemplo Cacabelos, del que nos han hablado también fenomenal, ¿nos recomendáis alguno?

2 Comments

    • conlatribuacuestas

      Muchísimas gracias por el comentario Meri.
      No os lo podéis perder para cuando todo esto pase y podamos movernos con mayor libertad. Es un espectáculo digno de ver y la verdad es que la región del Bierzo en sí es súper recomendable.
      Algún año haremos escapada juntos 🙂

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