Ruta por Languedoc – Roussillon con la tribu: descubriendo Carcassonne
Mi pasión por el país vecino viene de pequeña, influenciada muy probablemente por varios factores, como por ejemplo el hecho de que mi bisabuela fuese francesa, pudiendo «presumir» entre compañeras (cuando tienes ocho años piensas tontamente que esas cosas te hacen especial) de que mi abuelo tuviese apellido francés de esos que cuesta pronunciar (Raufast), o que tuviese una profesora de francés en el colegio que con su forma de enseñar hizo que a día de hoy siga adorando su idioma, o que durante mi adolescencia me enamorase perdidamente de la saga de Angélica, de Anne y Serge Golon, que situada en la época del Rey Sol, nada tiene que envidiar a la Saga de Outlander de Diana Gabaldón. Y así muchos más factores que culminaron con mi intercambio a los 18 años en la Región del Loira, donde terminé rindiéndome a un país del que me queda todavía un mundo por conocer.
Así que, con el peque de la tribu ya un poco más crecidito, no había excusa alguna que me impidiese poner en marcha mi plan de ir recorriendo poco a poco algunos lugares de Francia que estaban no solo en mi lista de pendientes sino también en la lista de prioritarios. Al ser un viaje en el que por supuesto nos acompañó el rastreador peludo (además del jefe de la tribu), tuvimos que apostar una vez más por el coche como medio de transporte. Contando con una semana para poder hacer ruta y teniendo en cuenta que saliendo de Galicia tendríamos que hacer noche cerquita de la frontera (de hecho escogimos Navarra para descansar) nos decantamos por atravesar de oeste a este el país vecino, siempre con los Pirineos a nuestra derecha hasta llegar a Midi Pyrénées, para llegar finalmente a la región del Langedoc – Roussillon, donde nuestro campamento base se encontraba, tras unos 1200 km recorridos, como no podía ser de otro modo en la ciudad de Carcassonne y su imponente ciudadela.
Conociendo Carcassonne y adentrándonos en su ciudadela
Para darle contenido a esta parte del post, de buenas a primeras podría pararme largo y tendido a hablaros de la historia de Carcassonne y de su ciudadela, también conocida como la Cité, pero es tanta la información disponible en internet sobre esa magnífica fortificación, sobre la historia de los cátaros, etc. que no tendría sentido pararse demasiado en esos aspectos, básicamente porque no soy una experta en la materia ni mucho menos y al final me dedicaría a hacer un copia-pega de aquí y de allí y creo que no es ni mucho menos lo correcto, así que prefiero centrarme en contaros nuestra experiencia y transmitiros nuestras sensaciones y emociones de este estupendo viaje que se disparan a medida que te vas introduciendo en el departamento de L’Aude y distingues en la lejanía la majestuosa muralla de la ciudad fortificada. Leía en un blog de viajes hace un par de años, cuando buscaba información sobre Carcassonne y los castillos cátaros, que la reacción de los niños de esa familia en concreto era la estar viendo una maqueta gigante de un castillo de Playmobil. Es curioso, porque sin decirle nada a mi hija, su reacción fue prácticamente la misma.
Una vez que entráis en la ciudad tened en cuenta que la misma tiene como dos partes claramente diferenciadas: la parte más vieja, donde se encuentra la ciudadela (para nosotros la parte más bonita) y una parte más nueva (lo que hoy en día correspondería al centro de la ciudad o la Bastide) teniendo en cuenta que no es para nada una ciudad de edificios modernos o de zonas súper nuevas como puede ser el caso de por ejemplo Toulousse o Narbonne. Al estar ambas partes separadas por el río Aude no resulta para nada difícil delimitarlas.
En nuestro caso, a la hora de alojarnos optamos (como casi siempre hacemos) por un apartamento. La verdad es que en la búsqueda a través de Booking siempre tuve en mente el encontrar algo cerca de la muralla. Lo que no me imaginaba es que iba a tener tan buen ojo como para dar con un pequeño pero magnífico apartamento en la Place St. Gimer a los pies de la ciudadela, con unas vistas increíbles a la Porte de l’Aude (una de sus puertas principales). Os podéis imaginar la cara del jefe de la tribu y mía cuando comprobamos dónde nos íbamos a alojar. El único «pero» de la zona es la dificultad para aparcar en el mes de julio fundamentalmente los viernes y los sábados al ser una zona semi-peatonal, con lo que si optáis por hacer ruta por los alrededores tenedlo en cuenta para no hartaros de dar vueltas hasta que consigáis estacionar. En cualquier caso tenéis infinidad de opciones para alojaros, tanto a un lado como al otro del río Aude y con un abanico enorme de precios.
Despertarse por las mañanas con vistas a la Cité es la excusa perfecta para alojarse en esta parte de la ciudad.
Tras el palizón de ruta en coche y llegando a Carcassonne ya a media tarde, el primer día optamos por inspeccionar un poco la parte nueva de la ciudad, sin otras pretensiones que acomodarnos pronto en el apartamento, refrescarnos y descansar para disfrutar al día siguiente de toda la mañana visitando la cité. La verdad es que nuestra estancia en Languedoc – Roussillon cuadró con una señora ola de calor de estas que no dan tregua por debajo de los 37 grados centígrados, así que cuando digo «refrescarnos» lo digo en el sentido más literal. Aún así y pese a los planes sencillos de ese día, la ciudad y en concreto su Pont Vieux (puente viejo) nos dio la oportunidad de disfrutar de un atardecer (sin el mar de por medio) con una de las vistas más bonitas que hemos visto en mucho, mucho tiempo y como no con las murallas de la Cité como protagonistas.
Al día siguiente y ya con las pilas cargadas «madrugamos» lo que dos niños pequeños te permiten madrugar tras un largo viaje en coche para tratar de aprovechar las horas de menos calor y nos dispusimos a adentrarnos en la ciudadela. Para acceder al interior de la Cité, la muralla dispone de cuatro entradas principales dispuestas prácticamente en cruz, alineadas con los cuatro puntos cardinales. Al norte la Porte del Burgo, al sur la Porte de Saint Nazaire, al este la Porte Narbonnaise y al oeste la Porte de l’Aude. De las cuatro las dos principales son las dos últimas, con el añadido de que la Porte de l’Aude ofrece unas vistas panorámicas de toda la parte nueva de la ciudad, pudiendo diferenciar con facilidad algunos de las principales construcciones arquitectónicas que se encuentran en el perímetro cuadrangular de la Bastide de Saint – Louis y que se corresponde con el centro de la cuidad.
Por proximidad a nuestro apartamento escogimos subir por la Petite Côte de la Cité hacia la Porte de l’Aude. Aunque el camino no está del todo adaptado y tiene una pendiente importante, es apto para subir con silla de paseo, así que si tenéis niños pequeños podéis optar por esa alternativa sin problemas. No así si tenéis problemas de movilidad ya que para adentraros en la ciudadela es necesario acceder por zonas con escalinata, así que tenedlo en cuenta.
Al optar por esta puerta de acceso a la Cité y así como os adentréis en ella os encontraréis con dos de los elementos destacados de la ciudad fortificada. A la derecha la Basílica de Saint-Nazaire y a la izquierda el Castillo Condal, pero si os parece bien, hablamos de ellos un poquito más tarde y mejor os sigo contando nuestro primer encuentro con el interior de la ciudadela.
Yo no sé si a vosotros os pasa lo mismo que a mi, pero yo es visitar una ciudad o un emplazamiento medieval y me siento como los niños cuando se levantan el día de navidad y se encuentran los regalos debajo del árbol. Para mí, las ciudades y pueblos medievales tienen magia, me hacen perder la noción del tiempo y me transportan a épocas pasadas que tanto he disfrutado a través del cine, la literatura y las series de televisión. El interior de la ciudadela, sus calles empedradas, que pasan de ser angostas y casi laberínticas a abrirse en grandes plazas abarrotadas de locales de restauración donde el Cassoulet es su plato estrella, sus casas restauradas que han mantenido su apariencia original, las tiendas artesanales de lo más variopintas que te trasladan a los barrios y gremios de la edad media, consiguieron esa magia desde el primer minuto que pusimos los pies en ella.
Tomar algo en la Place Marcou o en sus inmediaciones, fotografiar cada casa de la Places Auguste Pierre Ponte y por supuesto hacerse una foto delante de su maravilloso hotel, pararse en cada tienda de la Rue Cros Mayrevieille. La Cité se presta a todo eso y muchísimo más.
Si viajáis con niños, cada tienda artesanal con espadas de madera, arcos, flechas, ballestas, escudos, lanzas, palos de escoba que terminan en cabezas de caballos para emular torneos medievales serán parada obligada y pegarán sus caras a los escaparates, pidiéndoos una y otra vez que por favor le cojáis esto o aquello. Ya os aviso de antemano que al final no podréis resistiros y acabaréis equipando a vuestros hijos que ni el mismo Ivanhoe, pero al fin y al cabo, ¿no os parece un recuerdo súper bonito para ellos?
Cualquier tienda de la Cité y sus escaparates se convierte en un reclamo para los más pequeños de la casa (y para los no tan pequeños)
Si además os gustan los dulces y la rica pastelería francesa, no os podéis perder las delicatesen de las boulangeries y pâtisseries próximas por ejemplo a la place Auguste Pierre Pont, donde según la peque de la tribu, hacen los macarons más ricos del mundo (así de intensa es ella) o si no, y si el calor aprieta como pasó en nuestro caso, siempre podéis optar por un riquísimo y refrescante granizado o de un helado en las decenas y decenas de los puestos ubicados a lo largo de toda la fortaleza.
Precisamente y hablando del calor que pasamos en el mes de julio y ya no solo pensando en nosotros y en los niños, sino en el peludo rastreador, una de las cosas que nos encantó y que agradecimos muchísimo fue lo mucho que los lugareños se preocuparon por Bran y el resto de amigos de cuatro patas que visitaban la ciudad, ya que a cada pocos pasos tenían bebederos con agua fresquita para ayudarles a sobrellevar la ola de calor. Nosotros siempre solemos llevar con nosotros su bebedero y una botella de agua para rellenar en alguna fuente pública pero ver mensajitos en cantidad de cafeterías y restaurantes con mensajes como «para nuestros amigos los perros» o «para nuestros peludos de 4 patas» es súper gratificante.
Qué lugares podemos visitar con más detenimiento en la Cité
Aunque las calles del interior de la fortaleza te invitan a recorrerla durante horas y repetir la experiencia a lo largo de varios días o en diferentes momentos del día, la Cité te da la oportunidad de realizar turismo cultural visitando el interior de su castillo condal o la basílica de Saint-Nazaire que combina a la perfección el estilo románico y el estilo gótico y cuyas vidrieras son consideradas unas de las más bonitas del sur de Francia y de verdad que razón no les falta. Y es que aunque la basílica perdió el rango de catedral en el siglo XIX en beneficio de la Catedral de San Miguel, situada esta última fuera de la ciudadela y en el perímetro de la Bastide, si tuviese que elegir me quedaría con Saint-Nazaire sin dudarlo.
La belleza de las vidrieras de basílica de Saint-Nazaire y su imponente órgano de madera tallada son el principal reclamo de la que en su día fue catedral de la villa
Volviendo al castillo condal, dos aspectos a tener en cuenta para los que vais con mascota y con niños pequeños. Lo primero es que las mascotas no pueden acceder al castillo, con lo que si queréis entrar todos os tocará hacerlo por turnos. Lo segundo y muy importante es el acceso con niños muy pequeños o que os piden a menudo que los cojáis en brazos. La realidad es que es inviable recorrer el castillo con silla de paseo o con carrito de bebé, pero es que además resulta muy pero muy complicado y agotador hacerlo con un niño pequeño en brazos, por lo que personalmente y por mi experiencia no os lo recomiendo. Otra cosa es que tengáis saquito de porteo, en ese caso os lo podéis plantear pero incluso así, yo me lo pensaría. En mi caso entramos los peques y yo mientras el jefe se quedaba con el peludo en una zona a la sombra y teniendo en cuenta que el peque tenía 2 años recién cumplidos toco precisamente llevarlo en brazos y sencillamente, fue agotador y por momentos tenso.
En las plantas del castillo, donde estarían las habitaciones y otras salas no hay problema, pero gran parte de la ruta transcurre por las murallas y sus torres que te obligan a subir y bajar constantemente escaleras difíciles, muchas de ellas en forma de caracol, y teniendo en cuenta que llevar un peque en brazos te quita visibilidad, en algún momento me vi rodando escaleras abajo y llevándome conmigo a los turistas que iban delante nuestra. Y de verdad que es una pena, porque el paseo por las murallas y las barbacanas es un maravilla siempre y merece muchísimo la pena siempre que lo hagas sin «condicionantes». Tengo claro que la próxima vez que volvamos, con los peques de la tribu ya más mayorcitos, lo disfrutaré como es debido y como el castillo y sus murallas se merecen.
En cualquier caso, la visita en el castillo, que la podéis hacer por libre, guiada o con audioguía, está programada para que dure aproximadamente 2 horas si aprovecháis para ver los documentales que se exponen en algunas de las salas. Obvia decir que en mi caso lo de los documentales queda para otro momento. Por su parte la visita por la muralla interior permite dos recorridos espectaculares de alrededor de media hora: la muralla galorromana norte y la muralla medieval oeste. La primera de ellas con vistas a la Montagne Noire y la segunda con vistas hacia la ciudad de Carcassonne y los Pirineos.
El Castillo Condal es una visita casi obligada para los visitantes de la Cité pero es importante tener en cuenta algunos aspectos si queréis adentraros en él.
Respecto a las entradas, nosotros las cogimos el mismo día en la propia entrada al castillo, la verdad es que no tuvimos ningún problema de colas y es una entrada válida para hacer uso de ella a lo largo todo el día, es decir, no para un horario en concreto. Ahora mismo mi memoria selectiva me falla pero juraría que el precio había sido de nueve euros y que el peque no había tenido que pagar entrada.
Además del castillo y la basílica, en el interior de la ciudadela encontraréis otros puntos de interés para toda la familia, como el Museo de la Inquisición y el Museo de la Escuela, la Maison Hantée o el Centro de Historia Viva Medieval que al igual que ocurre con el castillo o la basílica no permite el acceso a mascotas. Si además vais en verano como en nuestro caso, os encontraréis con que toda la ciudad se convierte en un escenario internacional que abarca desde conciertos de rock, hasta ballet u ópera y en este escenario, la Ciudadela juega un papel destacado gracias al enorme anfiteatro situado en las proximidades de la basílica.
Como os decía un poco antes, la ciudadela se presta a ser visitada no sólo varias veces durante el tiempo que estéis en Carcassonne sino a diferentes horas y de verdad que visitarla de noche merece mucho la pena, no solo por el hecho de que os podréis mover con más libertad y tranquilidad por sus callejuelas, sin estar pendientes de que vuestros peques se despisten y se pierdan entre la multitud, sino porque el ruido y el bullicio diurno son sustituidos por grupos de jazz sonando por diferentes puntos de la villa, en sus locales con terrazas súper bonitas que se iluminan con guirnaldas que le dan un toque chill out que invita a quedarse en ellas, porque mientras el resto de Carcassonne duerme, en la ciudadela en verano se duerme un poquito menos.
La Dame Carcas y la Porte Narbonnaise
Antes de hablaros un poquito sobre la otra parte de la cuidad, donde está la Bastide de Saint Louis, me falta como no hablaros de la otra gran puerta de acceso a la Cité, la puerta que apunta al este, hacia Narbonne, de donde viene su nombre y que a día de hoy es considerada su entrada principal: la Porte Narbonnaise.
Como os decía, es una puerta más accesible, entre otras cosas porque es posible llegar hasta ella en coche, autobús o cualquier otro vehículo de carretera. De hecho, en sus inmediaciones se encuentra una oficina de turismo y parking tanto para turismos como para autobuses de excursiones programadas. Si optáis acceder a ella andando, el ascenso se inicia en la alameda a los pies del Pont Vieux y desde allí tenéis una caminata cuesta arriba de unos 15 o 20 minutos que no se lleva mal.
Una vez allí y antes de atravesar su doble muralla y su puente levadizo, que por cierto es un elemento que se añadió en su reforma del siglo XIX os encontraréis con la escultura de la Dame Carcas, protagonista de una de las leyendas más conocidas de villa y que dio precisamente lugar al nombre de la ciudad. Una vez la atraveséis, entraréis en la rue Cros Mayrevieille y sus decenas de tiendas artesanales y de souvenirs de lo más variopintos. A la derecha de esta calle apenas iniciar su recorrido, os encontraréis con la Torre del Tesoro, una de las torres principales de la fortificación, mientras que al final de la misma llegaréis a la Place du Châteaux, donde como no puede ser de otro modo se encuentra el Castillo Condal.
Recorriendo le Centre Ville: la Bastide de Saint-Louis
Aunque no hubo día durante nuestra estancia en Caracassonne que no visitásemos la ciudadela, en nuestro penúltimo día por tierras cátaras y después de varios días recorriendo algunos pueblos y ciudades de la región aprovechamos la mañana del sábado para para cruzar el puente viejo una vez más y acercarnos al centro de la ciudad para recorrer sin prisas, algunos de los lugares más conocidos de la Bastide de Saint-Louis.
Pero, ¿qué es exactamente la Bastide de Saint-Louis? La Bastide es un perímetro cuadrangular situado en la orilla izquierda del río Aude y cuyo punto central es la Place Carnot, donde todos los sábados por la mañana y si no me equivoco también los martes y los jueves, tiene lugar un mercado de fruta, verdura y flores que llena la plaza de infinidad de colores bajo la supervisión del dios Neptuno en su fuente central.
Perimetralmente, la Bastide está delimitada por bulevares que fueron trazados entre los siglos XVIII y XIX construidos sobre las antiguas acequias de manera que si observamos el plano de las calles de su interior podría recordarnos perfectamente un tablero de ajedrez. Aunque una vez visitada la ciudadela todo lo demás puede verse desmerecido por ésta, la verdad es que la Bastide tiene un número importante de elementos de gran riqueza arquitectónica entre los que se encuentran la actual catedral de Carcassonne, la basílica de Saint Michel, Les Halles, el Museo de Bellas Artes, el Hotel de Murat.
Las gárgolas no pueden faltar en el estilo gótico de la Basílica de Saint Michel, desde donde podemos observar en la lejanía el enorme campanario octogonal de la iglesia de Saint Vincent
Si queréis acceder al interior de perímetro emulando como lo habrían hecho quienes acudían a la ciudad siglos atrás lo tendréis que hacer a través de la Puerta de los Jacobinos, única puerta que se conserva de la original Bastida (en sus orígenes la bastida sumaba cuatro puertas en total) y que una vez la atravesamos nos lleva a la Rue Courtejaire y a la Rue George Clemenceaux, la primera de ellas conocida sus paraguas colgantes que la llenan de alegría y colorido y la segunda por ser la principal calle comercial del centro de la ciudad.
Carcassonne es una de las muchas ciudades del mundo que se han unido al umbrella sky project. En su caso los encontrarás en la céntrica y llena de vida rue Courtejaire
Lo bueno de la esta zona de la ciudad es que es totalmente llana con lo que recorrerla casi de un extremo a otro se os hará tremendamente fácil. De hecho, si os desplazáis en línea recta desde la puerta de los Jacobinos, atravesáis Courtejaire, la Place Carnot y posteriormente la Rue George Clemenceaux llegaréis a otro de esos puntos de obligada visita en la ciudad: le Canal du Midi (Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1996), que es una vía totalmente navegable y que une Toulousse con el Mar Mediterráneo y que junto al canal lateral del Garona, que une Toulousse con Bordeaux, forman el llamado Canal de los dos Mares que comunica el Mar Mediterráneo con el Océano Atlántico.
Si os animáis a disfrutar del canal, podéis optar por actividades como realizar un crucero guiado de 2 horas con salida desde la propia ciudad, exactamente en la zona del puerto frente a la estación de ferrocarril, o por ejemplo comer en alguno de los muchos restaurantes situados a orillas del canal. Si disponéis de más tiempo, incluso podéis aventuraros a navegarlo alquilando una embarcación durante una semana, con la ventaja de que no es necesario disponer de licencia. Otra opción estupenda es recorrer el canal en bicicleta, pero a no ser que llevéis vuestras propias bicis, en la ciudad no podréis alquilarlas, teniendo que hacerlo en Trebes o en Homps.
El Canal du Midi nos ofrece un montón de posibilidades que van desde sentarse tranquilamente en su rivera hasta animarse a alquilar una embarcación y recorrerlo durante una semana.
Si por el contrario no os queda tiempo suficiente para realizar alguna de las actividades anteriores, siempre podéis sentaros en la zona de césped y arboleda a orillas del canal para descansar y relajaros viendo pasar las embarcaciones del canal, o por qué no dejar, si viajáis con niños, que correteen y jueguen un rato en la alameda de André Chénier situada a pie del canal.
Otros aspectos de interés sobre vuestra estancia en Carcassonne.
No dudéis en entrar la página web de la Oficina de Turismo Gran Carcassonne si estáis planeando un viaje a la región Occitana. Es una página muy completa, con guías descargables y que presenta la información pensando en la diferente tipología de «público» o no sé si es correcto definirlo como nichos de turistas que visitan la ciudad y sus alrededores, pensando en viajes en pareja, con la familia, con niños, con compañeros peludos, etc. En mi opinión merece la pena y os puede ayudar a planificaros sobre todo si tenéis en mente hacer diferentes rutas por la región y no os dais decantado por alguna en concreto.
Además, si vais a estar varios días visitando la ciudad preguntad en la oficina de turismo por la City Pass Carcassonne ya que os puede resultar de lo más interesante y su precio es muy asequible (16 euros).
Si planeáis visitar Carcassonne o sus alrededores en verano no dejéis de visitar el Lago de la Cavayère y aprovechad para pasar una jornada completa en él para realizar todas las actividades que el parque y su complejo recreativo ponen a disposición de sus visitantes. Eso sí, informaos siempre bien de la calidad del agua y si está permitido el baño, ya que en si hay restricciones por sequía como ocurrió durante nuestra estancia para disgusto de la joven guerrera, es muy probable que el agua del lago no sea apta y segura para el baño.
En vuestro paseo hacia la Bastide o desde la Bastide a la Cité no os olvidéis de parar en la Pâtisserie Bimas. Os guste el dulce o el salado, seguro que no os arrepentís. Tampoco dejéis pasar la oportunidad de degustar la gastronomía típica de la región visitando el mercado de Les Halles, eso sí, en horario de mañana y de martes a sábado o lo encontraréis cerrado.
Hablando de la Bastide, si subir escaleras no es un sufrimiento para vosotros, que no os dé pereza y animaos a ascender por el campanario octogonal de la iglesia de Saint-Vincent, que tras la friolera de 232 escalones os regalará unas vistas espectaculares de toda la ciudad.
Si sois de cocinar en el apartamento como en nuestro caso, sobre todo porque viajando con niños a veces cuesta que estos se acostumbren a una gastronomía diferente a la de nuestro país o región, además de las tiendas de barrio (las boulangeries), en las afueras de la Ciudad, en una zona industrial en la Rue Magellan, tenéis un enorme hipermercado donde haceros con todo lo que necesitéis para llenar la nevera y las alacenas de vuestro apartamento.
¡Ah, me olvidaba! Si optáis como nosotros a viajar en coche y normalmente os movéis en autopista haciendo uso de un dispositivo OBE, aseguraos de que el dispositivo es apto para todas las autopistas del país francófono para no llevaros sustos al moveros por ellas. En nuestro caso optamos por el Vía-T de Bip&Drive que es válido para todas las autopistas de España, Francia y Portugal. Ahora solo falta que lo hagan extensible a otros países de Europa como por ejemplo Italia.
Y hasta aquí nuestra experiencia en la ciudad de Carcassonne, a la que sin duda queremos volver, a ser posible en otra estación distinta a verano para disfrutar nuevamente de su ciudadela pero en un paisaje diferente, disfrutando por qué no de sus colores otoñales o invernales y ya de paso realizar alguna ruta de senderismo hacia los castillos cátaros ya con los peques más crecidos y por tanto con más fondo físico y por supuesto para poder visitar aquellas villas y pueblecitos que teniéndolos marcados en el mapa no nos dio tiempo a visitar.
Quienes habéis estado en Carcassonne, ¿Cuáles fueron vuestras sensaciones? ¿Cómo fue vuestra experiencia? ¿Algún consejo que nos podamos anotar para cuando regresemos? Y los que no habéis estado, ¿está en vuestra lista de lugares a visitar? Si es así y tenéis alguna duda que queráis preguntar, desde la tribu os ayudaremos en todo en todo aquello que podamos.
La próxima semana os contamos un poquito más sobre los pueblos y ciudades que visitamos en los seis días que estuvimos por tierras cátaras, así que si queréis saber un poquito más sobre el Laguedoc-Roussillon no os olvidéis de visitarnos, aunque de todos modos os avisaremos de la publicación de la nueva entrada a través de Instagram.